sábado, 5 de noviembre de 2011

Cinco de noviembre.

- ¿Cómo puedes haberte convertido en una persona tan importante para mí cuando no sé casi nada sobre ti? No sé dónde naciste, quiénes son tus padres o si tienes hermanos. Ni siquiera sé qué aspecto tienes.
- Hay un rostro debajo de esta máscara, pero no soy yo. Esa máscara no me representa más que los músculos o los huesos que hay debajo.

Corre. Sal ya. No importa el aspecto que tengas. No importa cómo te encuentres, si llueve, si la gente se interpone en tu camino. No los escuches. Sigue recto. Cierra los ojos y déjate llevar. Y, ahora que has llegado, cógelo. Sube, siéntate y piensa. Dos situaciones, dos caminos. ¿Y si no lo hubieras hecho? ¿Los ves? ¿Los ves ahí, sentados, bajo el amanecer? Son ellos, sí. No, no eres tú. Tranquilo, sólo es una visión. Al fin y al cabo, no lo hiciste, lo perdiste, la perdiste y chocaron. Una colisión. Volvamos al presente. No te preocupes, sólo ha sido un bache. Cuando llegue el momento... Bueno, no dejes que te domine. Ya sabes a lo que me refiero. Pasan las horas. Despiértate a su lado, despiértala con un beso y sonriéle. Ahora, sólo una cosa más: olvídate de cogerlo.

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