Hoy me he levantado con las sábanas llenas de lágrimas. Lágrimas cargadas de sentimientos, de emociones. Lágrimas que se mantienen secas a lo largo del rostro. La pantalla del despertador ha reflejado unas ojeras incipientes. Demasiado. El descanso sigue sin querer hacer aparición. Entonces, y sólo entonces, he recordado su pregunta del otro día: "Oye, ¿estás bien?". Me eché a llorar al escuchar esas palabras. Nada por aquí, nada por allá. Sí, hay mucha gente, muchísima gente, cantidad infinita de gente alrededor. Pero, a la par, no hay nadie. "Hey, ¿pero estás mal o algo?" Recordar algo así como "si no te quiere ni tu propio 'inserte aquí palabra', ¿cómo te va a querer alguien?" Razón. Jodida razón. Apretar los puños y reprimir, es la clave. Claro que estoy bien. ¿No lo ves? El otro día, alguien me dijo que, en un universo paralelo, las lágrimas, la falta de sueño y esos pensamientos sólo significan tristeza y depresión. Es irónico, porque estoy bien.
- En esta alejada cama.
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