Pide un deseo y ponlo en tu corazón. Cualquier cosa que quieras. Todo lo que quieras. ¿Lo tienes? Bien. Ahora cree que se puede hacer realidad. Nunca sabes de dónde va a proceder el próximo milagro, el próximo recuerdo, la próxima sonrisa. El próximo deseo hecho realidad. Pero, si crees que está doblando la esquina y abres tu corazón y tu mente ante esa posibilidad, podrías conseguir lo que estabas deseando. El mundo está lleno de magia. Sólo tienes que creer en ella.
Empezamos por el final. Terminamos por el principio. No importa, el camino es el mismo. El laberinto de la vida, con su entrañable pared el destino, conduce por un estrecho camino. Las bifurcaciones son únicamente una ilusión. El principio espera al final. El desenlace casa con el inicio.
En mitad de la nada, una muchacha sin nombre observa y siente la lluvia caer sobre sus hombros. Parece que ha desaparecido sin dejar ningún rastro. ¿Y qué rastro va a dejar si nadie parece recordar su nombre? Ni siquiera ella lo hace. Éso en su mente. Sólo eso. Nada más. Todos los días parecen ser el día. Todos los momentos parecen ser los erróneos. Qué importa. No sabe nada. No sabe cómo es. No sabe cómo está.
Camina, volviendo la vista hacia atrás. No tiene infancia. Tampoco tiene presente. Quién sabe si habrá un futuro. Es el tema central de la serie. Es una de las preguntas del test que le hicieron. También es uno de los estudios de sus compañeros. Una palabra que parece estar en boca de todos. En boca de todos, menos en la suya. Su cerebro no consigue eliminar la enemistad con la insignificante parte del cuerpo. Ella lo intenta. Está aprendiendo a hablar. Vocabulario extenso, vocabulario necesario. Pero esa palabra es impronunciable. Y, si es inaudible, no existe. ¿No es eso lo que dicen?
Observa, mira. Piensa, calla. Ella no existe para ellos. Ellos tampoco para ella. Se engaña con palabras positivas, pero sabe que no los necesita. ¿Qué importa en lo que ella se refugie? Él no puede verla, no puede sentirla, no puede abrazarla. Ella, entre sábanas, sólo puede preguntarse qué habrá hecho con todo. Sólo puede recordarse una y una vez lo vivido. Aquel día que él emitía una sonrisa tranquilizadora salpicado de sangre mientras ella lloraba por él. Aquel comienzo y aquel final, mientras ella, una vez más, lloraba ante él. Era vulnerable. Sonrisa tranquilizadora. ¿Dónde estás ahora, eh? ¿Dónde está esa sonrisa? ¿Dónde están todas aquellas promesas?
Y esas palabras que no paran de recorrer nuestro cerebro, que incluso llegan a posarse sobre nuestra lengua, mueren con la abertura de nuestra boca, en la hiriente cama de nuestros labios.
Es la historia más vieja del mundo. Un día tienes diecisiete años y estás planeando lo que serás algún día. Y, entonces, de repente y sin que te des cuenta, algún día es hoy. Y luego algún día es ayer. Y ésta es tu vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario