Qué ironía, ¿verdad? Él y ella. Ella y él. Dos polos opuestos. Dos adolescentes de diferentes sectores de la sociedad. Él empezó todo. Ella cayó. Ella terminó todo. Él cayó. Ahora los papeles han cambiado. Aunque intentan ocultarlo, juegan con fuego. Ella llora, le llama y él acude en su ayuda. Él está hundido, se lo cuenta y ella no le deja caer. Y dejan pasar el tiempo, lo dejan correr, marcharse. No son conscientes de que la vida es corta. Ni siquiera cuando se encuentran ahí, con Eros de fondo. Y promesas, miles de promesas. Caricias en la distancia, palabras no dichas. Planes de futuro. Pero los kilómetros se eliminan y ellos no hacen nada por hacer realidad lo evidente, porque, al fin y al cabo, se aman.
domingo, 30 de enero de 2011
Hoy, como siempre.
Qué ironía, ¿verdad? Él y ella. Ella y él. Dos polos opuestos. Dos adolescentes de diferentes sectores de la sociedad. Él empezó todo. Ella cayó. Ella terminó todo. Él cayó. Ahora los papeles han cambiado. Aunque intentan ocultarlo, juegan con fuego. Ella llora, le llama y él acude en su ayuda. Él está hundido, se lo cuenta y ella no le deja caer. Y dejan pasar el tiempo, lo dejan correr, marcharse. No son conscientes de que la vida es corta. Ni siquiera cuando se encuentran ahí, con Eros de fondo. Y promesas, miles de promesas. Caricias en la distancia, palabras no dichas. Planes de futuro. Pero los kilómetros se eliminan y ellos no hacen nada por hacer realidad lo evidente, porque, al fin y al cabo, se aman.
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