lunes, 13 de junio de 2011

No es una excusa. Sólo es un obstáculo que hay que saltar.


Entonces... entonces esa bandera amarilla. Entonces ese monoplaza rojo en la distancia. Las manos a la cabeza y los deseos de que no sea él. La cámara se aproxima y, entonces... entonces lo ves. Ese casco azul. Ese inconfundible casco azul. Y un grito. Y la negación. Y levantarte. Y acercarte a la televisión. Y abrir bien los ojos. Y cerrarlos. Y dejar que caiga esa lágrima. Después de haber aguantado esa estrategia fallida, después de haber aguantado dos horas de nada, después de... después de todo eso, lo ves ahí, indefenso, sin poder mover el monoplaza. Estaba atascado. Y lloras. Ya no importa nada. A veces, se pierde la fe. A veces, llevas tantos años buscando algo que sabes que ya no va a llegar. Ese momento ha llegado. Y ese momento no va a llegar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario