¿Dónde nos habíamos quedado? Nos levantamos con ganas, así que vamos a... ¿Arsenal? ¿Te parece? Vale, perfecto. ¿Y esta estación tan abandonada? No, señora, no nos hemos perdido. Ya hemos visto hacia dónde tenemos que ir gracias al cartel, muy amable. Dios, ¿en este maldito lugar no conocen los atajos? No daremos la vuelta en la vida... Mira, mira, el Emirates Stadium. Y te embarga una emoción que no sabes si correrte o arrodillarte en el suelo y correrte a la vez. Letras gigantes delante del camino hacia la entrada. Una foto aquí, otra foto allá. Mmm, otra por aquí. Cuidado, cuidado, que viene un coche, tía. Venga, daremos pues la vuelta al estadio. Quería entrar, pero bueno, ésa es otra historia. Leyendo y leyendo, hasta que me pongo a entonar el himno del Manchester United y del Liverpool delante del estadio del Arsenal. ¿Qué cojones? Y tan feliz. Venga, vamos, qué cansancio. Quiero una foto en esa parada de autobús. De verdad, ¿por qué no aprendemos en España? Una parada de autobús con las caras de los jugadores del Arsenal. Subía la temperatura en ese asiento. Mucho.
Y volver sobre nuestros pasos. ¿A dónde vamos? Di un número. ¿Derecha o izquierda? Bien, pues la parada de metro seleccionada es... Aquí. Thriller, Shrek, Les Misérables. Musicales. everywhere. Y te quedas con las ganas de ir a alguno. Una vez en Covent Garden (por millonésima vez) nos pilla el jarreo monumental. Tranquilidad, paraguas había. Por Chinatown con el paraguas. Aquí las extranjeras somos nosotras. Las raras. Qué ingeniosa puedo ser a veces. Irónica también. Hambre. Merendemos. Dios, pero el banco está mojado del diluvio. Y en la carretera de al lado hay un charco de otra dimensión. ¿Es que en Londres no conocen las alcantarillas? Pero bueno, entre bocado y bocado de salami podías ver cómo los coches (taxis, básicamente), pasaban por encima del charco, formando un divertido tsunami londinense.
Volvemos a cortar la conexión. En el próximo capítulo quizás cuente mi gran amor por las ardillas inglesas. Quizás.
To be continued...