Mi nombre es Adam Susan. Yo soy el líder. Líder de lo perdido. Soberano de las ruinas. Soy un hombre como cualquier otro. Dirijo el país que amo en la selva que es el siglo veinte. Obro en la supervivencia, en el destino de la raza nórdica. Creo en el fascismo. Oh, sí, soy fascista. ¿Y qué? Fascismo es… Una palabra. Una palabra que perdió su sentido con la cháchara de los débiles y los traidores. Los romanos inventaron el fascismo. Un manojo de ramas atadas era su símbolo. Una rama puede romperse. Un manojo perdura. El fascismo… es la fuerza de la unidad. Creo en la unidad. Creo en la fuerza. Y si la fuerza, la unidad para alcanzar un objetivo, requiere uniformidad de pensamiento, palabra y obra, entonces que así sea. No quiero oir hablar de libertad. No quiero oir hablar de la libertad individual. Son lujos. Y yo no creo en los lujos. La guerra acabó con los lujos. La guerra acabó con la libertad. La única libertad que le resta a mi pueblo es la de pasar hambre. La libertad de morir, la libertad de vivir en el caso. ¿Debo permitir es esa libertad? No lo creo. No lo creo. ¿Merezco la libertad que a otros les niego? No. Permanezco dentro de mi jaula y no soy más que un sirviente. Yo, que soy amo de todo lo que veo. Veo desolación. Veo cenizas. Tengo tanto… Tengo tan poco… No soy amado, lo sé. Ni en cuerpo ni en alma. Nunca he conocido el suave susurro del cariño. Nunca he conocido la paz que se esconde entre los muslos de una mujer. Pero soy respetado. Soy temido. Y eso es suficiente. Porque yo amo. Yo, que no soy correspondido. Siento un amor mucho más profundo que los jadeos y convulsiones de la sucia copulación.
¿Hablo de mi amor? ¿Hablo de mi prometida? No tiene ojos para coquetear o prometer. Pero lo ve todo y comprende con una sabiduría que es divina en su equilibrio. Permanezco a las puertas de su intelecto y me ciega la luz que emana. Qué tonto debo parecerle… Qué infantil y obtuso. Su alma es pura, libre de las trampas y ambigüedades de la emoción. No odia. No anhela. No conoce la alegría o el dolor. La adoro, aunque sé que no la merezco. Atesoro la pureza de su desdén. No me respeta. No me teme. Ella no me ama. Los que no la conocen piensan que es fría y dura. Piensan que no tiene vida y no siente pasión. No la conocen. Ella no los ha tocado. Ella me toca, y soy tocado por dios, por el destino. Todo lo que existe pasa por ella. La adoro. Soy su esclavo. No existe libertad más dulce.
Mi amor, permaneceré siempre a tu lado, pasaré mi vida dentro de ti. Esperaré siempre a que seas tú la que hable y nunca te pediré una pizca de afecto. Destino… Destino… Te amo.
V for Vendetta