domingo, 18 de julio de 2010

We are the champions.


He pasado unos días en Madrid. Llegué allí el sábado, un día antes de la gran final. Por primera vez en su historia España llegaba a una final. Estábamos a un paso de ser campeones del mundo y yo no podía faltar a esa gran cita histórica. Por supuesto que lo podía haber celebrado en mi casa, en la ciudad. Pero no, un momento tan especial requería un viaje especial. Siempre he querido visitar Madrid, la capital de España. Me ha gustado, es grande y diferente. Pero, sin duda, lo mejor ha sido lo que allí he podido vivir, las sensaciones que he podido experimentar.

El domingo 11 de julio, hace exactamente una semana, España ganó su primer Mundial. Inscribimos nuestros nombres en lo más alto. Estos 23 hombres ya han hecho historia. Una final no demasiado deportiva por parte de Holanda. Una final ansiada que puso a todo un país de los nervios. Todos estábamos en tensión hasta que en el minuto 117, ya en la prórroga, se marcó el gol de la victoria. Todos, absolutamente todos, los 23 hombres, son los responsables de esta victoria. El buen rollo que se ha vivido en el grupo ha sido impresionante. Por ello, quiero dar las gracias a ellos. Dar las gracias por habernos hecho vivir este momento histórico.

Después de esta victoria, nos echamos a la calle. No pudo faltar el baño de la victoria (al día siguiente es cuando te das cuenta de que el río no estaba nada limpio, pero qué cojones más importaba en ese momento). Y al día siguiente... no hay palabras para definir y describir lo que ocurrió al día siguiente.

La Selección Española aterrizó en España. Después de varias horas en el autobús que los llevó por todos los rincones de Madrid e hizo disfrutar a las millones de personas que allí se encontraban, tras 11 horas esperando en la explanada del rey, La Roja, nuestra Selección, hizo su aparición. Subieron al escenario y entonces, sólo entonces, comenzó la verdadera fiesta. Lágrimas, sonrisas, gritos. Miles de sensaciones, emociones. Millones y millones de personas sintiendo lo mismo. No puedo sentirme más orgullosa de haber vivido ese momento, de haber estado rodeada de tantas y tantas personas con las mismas sensaciones. Conseguí lugar en primera fila y, aunque el calor y el cansancio fueron insoportables durante todo el día, definitivamente no lo cambio por nada.



Siempre, y cuando digo siempre es siempre, recordaré estos maravillosos días en Madrid. Siempre tendré a esta Selección en el corazón. Una Selección que nos ha devuelto la esperanza.

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